
El libro Los volcanes, guía física de España, es una obra que para el geógrafo físico interesado en el volcanismo se ha de hacer casi imprescindible por su contenido. En una primera aproximación a la lectura de la obra de estos tres geógrafos, parece que se trata de un mero manual de vulcanismo canario con las nociones básicas y no tan básicas de estos edificios.
Podría tratarse de un manual de expertos con una detallada gama de valoraciones para entender, aprehender todo lo relacionado con los volcanes en Canarias. Sin embargo, no es una obra baladí ni desdeñable pese a sus 26 años desde que se publicó la mencionada obra. Es algo más que eso, y ello se demuestra en el interior de sus páginas, en el recorrido que hace de esta ciencia apasionante como es el volcanismo.
Cada epígrafe supone una erupción de interés del cual, al menos al inicio no deja de sorprender por su capacidad didáctica. El libro se inicia con la génesis de la formación de las islas canarias, así como de los aspectos más generales para detenerse en algunos detalles significativos.
Sus autores dan a conocer detalles importantes para comprender el volcanismo. Para una persona alejada de estas dotes, para alguien no educado en los volcanes, conocer estos datos no deja de ser un descubrimiento ciertamente apasionante.
Podríamos, pues, definirlo acertadamente como un libro básico para reconocer conceptos volcánicos que cualquier persona no sabe, como el caso de la definición de erupción freatomagmática –en contacto con el agua-, hialoclastita –fragmentación de un material lávico en contacto con el agua-, diferenciación magmática –paso de la erupción básica a ácida- y así, un buen número de conceptos que en la primera mitad del libro hacen que el lector siga teniendo interés por conocer y aprender.
Más, los detalles son los que hacen de este libro algo singular. No se queda en la descripción somera, sino que en un punto de esta obra, se atreve a valorar y hacer entender las unidades volcánicas menores con una explicación explícita de cada una de esas formas. Este libro se erige en clave para comenzar a entender muchos conceptos sin los cuáles no sería posible comenzar a andar en el vasto territorio del volcanismo, una ciencia ajena a la mayoría de las personas que no están vinculadas territorialmente con ésta.
Los tres geógrafos, autores de la obra, además, hacen una especie de guía turística por los lugares donde está ejemplarizados conceptos tales como caldera, domo, volcanismo basáltico, volcanismo freatomagmático, etcétera. No es una obra conceptual, no, sus autores sabían bien de lo que hablaban al describir los paisajes volcánicos.
Posteriormente sigue ejemplarizando con suavidad, casi sin pretenderlo, palabras como lava aa ó pahoehoe. En este punto conviene señalar que la sutileza de su didáctica es grandiosa, puesto que no se queda en meras definiciones. La brillantez de su pretensión y redacción comienzan ya a cautivar desde la aproximación más descriptiva, paisajística, más, en definitiva, geográfica. Es esto último, el concepto clave en el que se yuxtaponen y ciencia volcánica y ciencia geográfica, pues en la descripción del territorio junto con la conceptualidad volcánica imponen una imbricación de ambos campos que no puede ser por más que catalogada de exquisita.
No deja de sorprender en su interior este libro con la plasmación del relato de erupciones históricas, en el caso del volcán de Fasnia, algo que, si bien es escueto, no es menos cierto que acerca al lector a otra realidad diferente, la del volcán, y éste lo devuelve con sus consecuencias a la antropización expresada en palabras que describen, otrora, lo que significó una erupción en Tenerife. Ahondando en esta visión, se constata que los relatos históricos son de una importancia capital sin la que el estudio del volcanismo en Canarias le faltaría una articulación importante en la explicación tanto de su contexto, como de su génesis.
Especialmente interesante se hizo leer la teoría de la formación del valle de La Orotava, algo que ha provocado tanta suspicacia, como polémica a tenor de los misterios que encierra su formación y que no ha logrado poner de acuerdo a la comunidad científica. Sin embargo, en este trabajo se abordan dos puntos de vista, por una parte la teoría de la fosa tectónica hundida con los bloques de Tigaiga y Santa Úrsula levantados, y por otra, la teoría que habla de un posible deslizamiento de materiales, sin desdeñar la teoría más actual, ésta última, a diferencia de las dos primeras erradas en su explicación, ya que se antoja como poco clarificadora para el lector novel en la ciencia volcánica. No deja de ser menos interesante el misterio arrojado sobre la edad de las coladas negras del Teide.
Precisamente al llegar en la parte de la descripción del Teide el libro transforma su literatura. En ese entonces tiene una litúrgica que se denota especial, muy técnica y que para el lector primerizo de este tema novel supone un ejercicio complejo, toda vez que mucho de su vocabulario no está siendo utilizado para su definición sino para su descripción del Teide y su entorno.
Pero sería desacertado describir este libro como una guía meramente “canaria”, pues también retrata y expone los ejemplos del volcanismo peninsular, no todo, pero sí una parte de él, logrando establecer ciertas diferencias entre el volcanismo canario y peninsular. Éste último con una descripción más diáfana que la canaria. Existe, no obstante, una notabilísima diferencia de trato de ambos volcanismos, más escueto el peninsular, menos detallado, lo que provoca que dentro de esta obra existan realmente dos libros, dos textos diferentes con una misma temática como telón de fondo.
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