22 de marzo de 2011

Informe Punta Brava: pasado y presente

Este trabajo se trata de un informe presentado hace unos pocos meses para la asignatura optativa de Quinto curso de la Licenciatura de Geografía, Trabajos de Análisis Geográfico Regional de Canarias. En dicha asignatura, en la que planeamos una investigación en el sector del Valle de La Orotava y cuatro núcleos poblacionales, hicimos una salida de campo a uno de esos núcleos a analizar. Se trataba de Punta Brava, en el Puerto de la Cruz, y tras aquella salida, hice este Informe particular sobre el pasado y presente del barrio costero portuense: 

Marcados por un topónimo
Ubicado en un saliente de la costa norteña fruto de una colada lávica basáltica, el barrio de Punta Brava probablemente deba su nombre a la bravura de un mar en constante azote que nunca viene sólo, sino en compañía del casi ‘sempiterno’ Alisio que sopla la mayor parte del año. Estas características, la bravura del mar, azote de los pobladores de la costa, y el saliente volcánico expliquen probablemente el topónimo de este barrio ubicado en el municipio del Puerto de la Cruz.

El pasado jueves 9 de diciembre tuvo lugar la salida de campo al barrio de Punta Brava para conocer sobre el terreno la historia de este núcleo. La salida consistió en un recorrido por las calles de este populoso barrio en compañía del técnico del área de Medio Ambiente del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, Dimas Yanes Hernández, quien se erigió en nuestro guía y nuestro ‘profesor de calle’ sobre el terreno en le que nos pudo descubrir secretos que a simple vista no afloran en el núcleo costero.

Nacimiento de un barrio
Nos cuenta este profesional cuándo nació el barrio de Punta Brava: “se produjo una parcelación en el año 1956 que tuvo su eje en la calle Bencomo”. Esta calle se adentraba en el saliente teniendo su límite en la primera línea de costa, sorteada por las coladas basálticas y un cantil que va de menos a más a medida que se dirige hacia el oeste. Sin embargo el primer núcleo poblacional originario era exiguo, no llegaba hasta el cantil por el que continúa hoy día el barrio en su crecimiento. El perímetro estaba establecido en la calle Bencomo como eje, su límite al norte era el mismo mar, y alrededor de éste, plataneras en las que los vecinos trabajan y también malpaíses en la parte alta del núcleo principal sobre el que se superponía, en el estrato rocoso grandes extensiones de cardones de gran tamaño. Yanes Hernández, quien es además unos de los primeros residentes de este núcleo presume de que “los vecinos al hacer el barrio trazaron una cuadrícula perfecta, de tal forma que por ninguna de las calles entra el aire de la costa”. La población que se instaló, según señala el técnico de Medio Ambiente del municipio portuense fue “del mismo Puerto de la Cruz, pero también llegaron personas del sur de Tenerife”. Yanes cuenta cómo fue el sistema por el que la inmigración interior llegó hasta Punta Brava: “Lo que se hizo fue una repartición de solares, las personas ocupaban ese espacio y entonces montaban las casas para trabajar en las plataneras, pero también había pesca de bajura para auto consumo, pero fue en mucha menor medida”. Un poco antes de que se acabara el núcleo principal y casi coetáneo al comienzo del nacimiento de este barrio, había un lazareto (año 1960) que acompañó el paisaje de Punta Brava en sus inicios que se encontraba en la plaza que luego ocupó el colegio. Sin embargo este elemento fue eliminado debido a la ampliación del barrio y por las nuevas infraestructuras como el mencionado centro escolar, acabado en 1964.

La tipología de este primer núcleo eran de casas terreras de una planta, no se construyó en altura, no al menos al inicio. Fue a raíz de los años 70 cuando el barrio comenzó a perder su tipología natural debido que las familias que habitaban el barrio fueron creciendo y construyeron en altura para que vivieran sus hijos casados encima del hogar primigénico. Las condiciones de habitabilidad entonces no eran las mejores, propias de personas humildes y trabajadores. Apunta el técnico de Medio Ambiente, quien es también Licenciado en Geografía e Historia que “Punta Brava era una ciudadela en donde vivían hasta 20 familias hacinadas en una sola habitación separadas sólo por una sábana”.

El viario como nos se formó entorno a la calle Bencomo, sin embargo luego el barrio fue creciendo y se creó como ya hemos apuntado una cuadrícula hecha por los propios vecinos. Para llegar al barrio había sólo un camino que iba pegado a la costa, donde hoy se encuentra el paseo hacia Punta Brava, encima justo de la actual playa. Esto no cambió, como dice el geógrafo e historiador “hasta hacía 20 años”. De hecho cuenta que “una vez la fuerza del oleaje del mar fue tal que hundió la carretera y el pueblo quedó aislado. Después de aquello se llegó a un acuerdo con los propietarios de las plataneras que estaban más arriba para hacer la carretera lejos del mar”. Un viario que corresponde al actual, por otra parte.

Pasado reciente
La historia reciente de Punta Brava está muy ligada a su historia como barrio en la que los vecinos se conocían unos a otros, ello propiciaba que se viviera con las puertas abiertas y que la vida social del mismo fuera dinámica, ya que en las casas había zaguanes de cierto tamaño “unos cuatro metros”, afirma Yanes que “permitía colocar sillas y mesas y era como un espacio público para los vecinos”, ya que se sentaban los dueños de la casa así como otros vecinos.

Fue en los años 80 de cuando data la actual Iglesia de Santa Rita, inaugurada concretamente el 24 de mayo de 1981. Según nos revela nuestro guía “la Iglesia fue hecha por los mismos vecinos del barrio, quienes compraban un bloque, cargaban con él e iban levantando poco a poco la Iglesia”. Un acto éste que dice mucho de la unidad de una comunidad plural y pensada para todos y no sólo para uso cuántos.

Sin embargo a fines de los 80 todo comienza a cambiar. El boom del turismo da un impulso económico al barrio pero los efectos de este cambio de sistema económico no benefició tanto como se podría esperar. “La cosa cambió para la población”, afirma y  añade que “las puertas de las casas comenzaron a cerrarse porque los turistas entraban en las casas, por ejemplo”.

Actualidad desarraigada y llena de problemas
Hoy día han cambiado mucho las cosas y el propio Yanes Hernández lo reconoce: “Punta Brava hoy es un simple barrio dormitorio, a las nueve de la noche ya es un remanso de paz”. Además de las puertas cerradas, la comunidad ha cambiado, se ha individualizado más por diversos problemas. Manifiesta sin género de dudas que “los niños ya no juegan en el barrio por el peligro de que los lleve un coche”, lo cual nos induce a pensar que se ha perdido mucho del sistema comunitario. Pero no es la única pista que nos da para apreciar que la comunidad y la sociedad actual de Punta Brava se ha individualizado. La desaparición de la Asociación de Vecinos que existía es otra variable que nos explica el cambio que se ha producido en el barrio, ello pese a que el técnico portuense nos revela que “hay una asociación juvenil llamada el Beril y también un grupo folklórico así como una comparsa que ensayan en el antiguo colegio que hace un año era n lugar de trapicheo, menudeo y reunión de jóvenes que hoy por suerte ya no lo es”.

Otro de los argumento que sostiene el cambio de Punta Brava está relacionado con el viario, al aseverar el funcionario del Consistorio portuense que “todos aparcan dentro del barrio y eso ocasiona conflictos entre los propios vecinos, algo que se remonta a mediados de los años 80. Hay más de 500 coches para aparcarlos en un espacio de 800.000 metros cuadrados con unas calles por donde apenas pasa un coche”. La estrechez de las calles es abiertamente un problema, ya que además del escaso aparcamiento, a duras penas pueden entrar vehículos de gran tamaño y como dice Yanes “todos se resisten a dejar el coche fuera del barrio”. Sin embargo va mucho más allá y va desgranando poco a poco todos los problemas que ha heredado el barrio desde el pasado y otros que han nacido.

La basura es hoy día otro de los problemas del barrio, que incumple la Ley de residuos que prohíbe la recogida de basura mano a mano sin contenedores. La explicación de esto no puede ser más sencilla: “Los vecinos ponen las bolsas de basura en la puerta de su casa y un camión de basura pequeño las recoge mano a mano y las mete en el contenedor, algo que está prohibido”, sin embargo achaca esto a “la costumbre de los habitantes de Punta Brava”. Esto acarrea problemas higiénicos en las calles del núcleo poblacional.

Uno de los problemas es la estructura de las casas, muchas de ellas en peligro de desprendimiento. Según contó el encargado de Medio Ambiente, el Ayuntamiento pretendió o se le ocurrió declarar el barrio Bien de Interés Cultural (BIC), sin embargo según manifiesta no cree que la idea fructifique ni se lleve a buen puerto. Y es que el barrio hoy día tiene un problema con la Ley de Costas y el deslinde marítimo-costero, que le coge de lleno. Sin embargo, Yanes aprecia que tal y como están las cosas “no creo que se llegue a hacer nada porque probablemente lo que se haga es que se espere a que esa primera línea de casas se caigan debido a su fragilidad en la estructura y porque esa zona cada vez tiene menos población”. ¿Cuándo?, se atreve a decir que “dentro de unos 50 años”.

Otro cambio ya señalado pero en el que ahondaremos un poco más es el cambio de sistema económico y el lugar de trabajo de los pobladores de Punta Brava. Como bien observamos durante nuestro trayecto por Punta Brava, el principal sector en el que trabaja la población es el sector terciario, ya que se pueden encontrar numerosos bares, bazares y en general todo tipo de establecimientos relacionados con la hostelería. Más,  nos descubre lo que a simple vista no vemos y es que “las personas de aquí también trabajan en la construcción e incluso en el sector primario, hay varios vecinos que trabajan en las cuadrillas de mantenimiento del monte o como capataces”.

Un espacio de ocio y trabajo...para otros
En el límite sur del barrio existe uno de los espacios más extensos del municipio y que colinda con e barrio: el Loro Parque. Nos cuenta la historia de este espacio: “Víctor Machado tenía una gran extensión de terreno, incluso donde hoy está el loro parque, a principios de los 1960 se lo vendió a un alemán, Wolfang Kiensling. En el año 1968 abrió un hotel rural, era un caserón rodeado de plataneras y tenía una colección de loros. Una vez los sacó para que la gente lo viera y tuvo cierto éxito. En el año 1971 abrió el Loro Parque con un show de loros y ya el 72 comenzó a ampliarlo hasta el año 1991, este año fue cuando más gente de Punta Brava trabajó en el loro parque”. Nos dice además que pese a que está al lado del barrio en proporción, casi nadie de Punta Brava trabaja en este espacio. 

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