27 de junio de 2011

Bitácora viaje a Marruecos – X Parte (última)

DÍA 10                                                                              Lunes, 16 de agosto de 2010
Marrakech
El último día en Marrakech fue, hablando mal y pronto, una mierda. La mejor metáfora fue las veces incontables que Ada, Isra y Nes fueron al baño. La cena del día anterior les sentó fatal a Néstor y Ada, que no pudieron apenas ni levantarse de la cama. Ada tenía diarrea y Néstor no podía ir al baño, tenia debilidad. Ambos estaban noqueados. Por la tarde cayó Isra después del almuerzo. Yo fui el único que estaba más o menos bien. Sentía cosas extrañas en la barriga, pero iba aguantando bien. Fue duro verlos a los tres acostados en la cama sin poder moverse, tapados con las mantas, con fiebre incluso alguno de ellos. De nuevo me sentí impotente. Néstor y Ada se tenían el uno al otro, y ello les hizo más fuertes a los dos, que se apoyaban mutuamente. El jugo de frutas de la tarde que se bebieron tuvo la culpa y el kebab de la noche hizo el resto. El día fue interminable.
Me subía por las paredes. Por la tarde Ada se encontraba mejor y fuimos al Soko. Yo no pude comprar nada porque no tenía dinero. Ada compró un montón de cosas y en todas regateó todo. Tenía un arte que no había visto jamás para el regateo. Aluciné mucho viendo como se desenvolvía ella solita, logrando rebajar los precios hasta más de la mitad en algún caso. Volvimos y Néstor seguía más o menos igual, e Isra mejoró un poco. El último día en Marrakech, en Marruecos, fue ciertamente el peor de todos porque fue la antesala a la vuelta de nuevo a otra realidad
RELATO (verdadero)
“Me levanto de la cama. Sudoroso, nervioso. No consigo conciliar el sueño. Me pongo los pantalones, la camisa y salgo furibundo de la habitación donde todos duermen. Doy un portazo. Decido salir en mitad de la noche por las calles de Marrakech. Las calles están como siempre, sucias, pestilentes. En una de las calles peatonales que rodean la bella plaza de Jemma El Fna se dan cita toda clase de personas, individuos y fauna. Las cucarachas pasean libres y sin miedo, las ratas son el adorno perfecto.
Cruzo la calle para sentarme en el muro de los hombres perdidos, sin fe o sin futuro. Son viejos, andrajosos, miran al suelo o sus ojos se pierden en un más allá tan ocre y gris como el desierto que nos rodea. Me siento sin compasión alguna. La ciudad marroquí me enseña toda ella poderosa, todo lo que puede dar de si. Se me acerca una cría de gato que se compromete al primero que pase. Me ha tocado a mí. Lo miro con desdén. Sólo soy un pasatiempo. Como carezco de interés, se vende al primer postor. Son turistas, le delatan su limpieza, su pulcritud, su tez limpia y sus sonrisas de despreocupación. Es un matrimonio con su hijo que pierde rápidamente el incipiente interés del gato. Tropiezan con un vagabundo cojo y viejo. Se apartan enseguida, le miran con asco. Ambos cortejan el paso de su hijo, uno lo abraza, la otra le coge el brazo. Comienzan a caminar más rápido.
En la calle irrumpen dos niños de unos diez años saltando. En principio parece un juego, en realidad están peleando a fuego, con un encono inusitado. Se pegan sin cuartel mientras los hombres del muro sin fe, entre los que me encuentro, no hacemos nada. Se parten la boca. Sangran. Uno de ellos cae. Su contrincante lo apalea, le da patadas repetidas veces. Se queda dolorido en el suelo. El otro le da cancha para recuperarse. Al cabo de un par de minutos la trifulca se eleva a la máxima potencia. No hay tregua. Un hombre pasa por allí y los intenta separar dos veces. No lo consigue y desiste. Sigue la pelea con los dos niños ensangrentados, mientras en el bullicio de la calle transitan las calesas repletas de turistas que, en un escalafón superior, no ven, o no quieren ver la realidad de estas calles. La pelea finaliza con uno de ellos, ya no recuerdo quien, tumbado boca arriba con la cara ensangrentada. Extenuado por el esfuerzo. El otro niño se aleja muy lentamente mirando de soslayo el resultado final de la pelea, esperando si acaso a que se vuelva a levantar, cosa que no ocurre.
Asqueado, me levanto del muro de los hombres sin fe. Me dirijo hacia la plaza anexa a Jemma El Fna. Los motoristas corren anarquistamente. La entropía se instala en Marrakech y quiere llevarme por delante. En el último momento doy un salto apresurándome a que el motorista me lleve por delante. Esta misma tarde, aquí mismo, vi a dos niños jaleados por una multitud de hombres pegarse como si de un ring se tratara mientras me ofrecían drogas y la gente era ajena a toda rutina. Me dirijo al Soko. Es de noche y me han advertido que es peligroso andar solo por estas calles. Siento dentro de mí el calor del desierto altanero que no se conforma con la calma de unas pocas gotas de agua. El Soko de noches es caos, un correcalles absurdo.
Se me acerca un tipo que me habla primero en francés, luego en berebere. Me pone el brazo sobre los hombres y la otra mano al bolsillo, le empujo con violencia y se cae. Comienza a gritarme. Dos hombres más me miran con ojos encendidos en rabia. Toda la calle mira. Me gritan y me achantan a base de empujones. Retrocedo y levanto las manos. No sirve de nada. Me doy la vuelta pero siguen empujándome. Camino más deprisa pero ellos siguen molestándome. Opto por correr y comienza una persecución por las callejuelas del Soko. Mis pies se agarran como pueden a las resbaladizas calles. Pongo una marcha más y esquivo motos, bicis, turistas. Giro a la izquierda y luego a la derecha. Está oscuro. Me resbalo y caigo. No sé si me siguen. Todos me siguen mirando. Como puedo salgo del Soko por las calles del sureste. Remonto hacia el norte y llego a la avenida Mohamed VI.
Por el camino veo a niños trabajando, otros buscando papeles que luego se llevan a la boca. Los hombres, horrendos, son vagabundos Me reflejo en un escaparate y me descubro sucio, con parte de mi vestimenta rota. Ya soy uno más en esta ciudad sin ley aparente. Jadeo casi sin aire. En mi interior hay un espíritu que habita como una semilla que germina, crece y vive eternamente. Es indeleble. Es su recuerdo que subo al altar de mi idealismo, donde llega lo inalcanzable. Yo, taciturno, furibundo, me siento en un banco de la avenida. Miro la luna creciente amenazante con llenar de luz toda la noche. Permanezco allí largo rato. Me percato de que a mi lado hay una chica. No es de aquí, es occidental. Ella me observa y sonríe. Yo hago lo propio. A lo largo de una hora, nuestras miradas se encuentran en sucesivas ocasiones. Pasan jóvenes franceses llenos de hormonas e interrumpen nuestros silencios de miradas.
El gato promiscuo vuelve a escena. Nos ronda. Se pone mimoso y logra ser el centro de atención de nosotros. Cuando intentamos acariciarlo el gato huye.
-No se dejó –esbocé yo-.
-Non capisco –contestó ella-.
-¿De dónde eres?
-Italia
-¿De qué parte?
-Del sur
-Pero, ¿De dónde?
-Lecce
-Oh, Lecce, sé dónde está
-Ma, come é possibilite –exclama ella.
Comenzamos a hablar de todo y de nada durante varias horas hasta la madrugada. Caminamos por las calles de Marrakech. Se llama Piera y vive en Milán. Reímos y nos entendimos bien. Fue la conversación más larga que tuve en semanas.
-¡Piera! – escuché a mi espalda.
Era su novio, Piero. Hablamos durante unos pocos minutos de banalidades, al cabo de lo cual, se fueron. Sin darme cuenta había acabado de nuevo en Jemma El Fna, en el muro de los hombres sin fe. Eran las tres de la madrugada. Allí ya no había nadie. Me senté y comencé a escuchar música occidental. No sabía de dónde provenía. Daba lo mismo. Yo ya no era yo. Era otro. Era el de siempre pero otro, el que había estado solapado por el maléfico duende que llamaba mis ardientes y lávicas entrañas. Cerré los ojos. Agaché la cabeza. Sentí como el cuerpo me pesaba, cambiaba de forma y la horizontalidad era la que me dominaba. Escucho una voz conocida que susurra. Se acerca cada vez más: Will, Will, Will, Will, Will, Will...
-¡¡Qué!! – grité desesperado.
Abrí los oídos, y la voz más hermosa que jamás escuché abraza mi alma y dice mimosa:
-Will… Te amo.
Y desperté de esta pesadilla sin ella”.
FIN
El último día en Marrakech no acabó hasta que cogimos el avión a Madrid. A modo de resumen, las visitas al Soko fueron muy desagradables. Si no comprábamos o no hacíamos caso, nos insultaban o nos decían algún improperio desagradable. Sin embargo, tanto con Isra al mediodía, como con Ada por la tarde, encontramos a dos vendedores muy amables. Recuerdo especialmente el de la tarde, al cual Ada compró unas zapatillas. El buen hombre, sin dientes en la boca, pero con una sonrisa sin complejos, era todo amabilidad y simpatía. Sólo hablaba bereber, pero eso no fue óbice para entendernos. Su sonrisa y sobre todo sus ojos, que irradiaban bondad, invitaba a la confianza. Esa tarde vi como un grupo de hombres marroquíes jaleaba a dos niños para que peleasen en mitad de la plaza de Jemma El Fna. Dormí pronto pero los chicos me obligaron a levantarme para que fuera a pagar el hotel. Después de subir y bajar unas seis veces supe que lo que había que pagar era el taxi pero para entonces el cansancio de subir y bajar las escaleras, perdí el sueño. Ya todos dormían y decidí salir por Marrakceh. Lo que vi fue otra pelea de niños y la miseria de siempre. Subí hasta la sala del hotel. Allí sólo estaba una chica y yo. Al cabo de una media hora comenzamos a hablar en italiano y se llamaba Piera. Fue una conversación en italiano y en inglés. Estudiaba psicología. Al cabo de unas horas bajó su novio, Piero, y la noche acabó así. Marrakech acabó en la madrugada del Hotel Alí. Marruecos acabó en un día de noche seguido de un viaje fatigoso y desganado.
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23 de junio de 2011

Bitácora viaje a Marruecos – IX Parte

DÍA 9                                                                         Domingo, 15 de agosto de 2010
Tougine-Demnate-Marrakech
Hoy despertamos pronto, como a las ocho de la mañana. El dueño del Git nos consiguió un <SAMSUNG DIGITAL CAMERA>taxi que nos llevó hasta Demnate. El trayecto, de unos 70 kilómetros, aproximadamente, lo hicimos en dos horas y nos costó a cada uno 60 Dirhams (unos 6 euros). Demnate ha sido lo más grande que hemos visto en más de una semana. Es como una ciudad rodeada de pinos y vegetación mediterránea. Descendimos de las montañas y al menos con la perspectiva de la altura tenía aspecto de ser una ciudad bonita. Pero nada más lejos de la realidad. Las calles sucias, caóticas, edificios a medio hacer en algunos casos. Burros caminando por las calles y dejando el rastro de sus excrementos.
Sólo el aspecto externo se salvaba porque en su interior la dejadez y toda la pobreza más miserable, la falta de limpieza era lo imperante. El taxi nos dejó justo al lado de laCamino a Demnate estación de autobuses. Sólo hemos estado en la estación de Marrakech y yo no creí que fuera a ser peor. Y en cierta forma no fue peor. Aquí en Demnate hemos tenido tiempo de sobra para hacernos a la realidad de esta ciudad. Los niños trabajan cargando esa especie de carros de madera para alojar las maletas cuando llegaban las guaguas, igual que en Azilal. Los mismos niños cuando no llegan los buses se dedican a limpiar botas o a hacer de mensajeros, o alguna otra actividad para la que fueran requeridos. Al lado de la estación apenas hay vida aparente, y eso que hay un mercado al lado. La suciedad invade todo lo que vislumbramos ante nuestros ojos. Los hombres están tirados en plena calle. El tiempo que avanza enseguida retrocede el doble de lo que avanza.
De repente una pelea callejera y ante ella la ciudad cobra vida. Decenas y decenas de hombres se agolpan para verlo de primera mano. La pelea es enconada, a puño tendido. Dura algo menos de cinco minutos y acaba con dos policías llevándose a los enfrentamos. Han sido los dos únicos policías que he visto en todo el viaje. A mi lado, Isra y Ada ya han perdido toda la paciencia. Pagamos 25 Dirhams por el billete, nos han dicho que saldría en media hora, pero ha pasado ese tiempo y este autobús no tiene visos de salir. A mi ya casi nada me sorprende de lo que veo. Igual ya estoy curado de todo espanto. Se produce otra pelea dentro del autobús con nosotros ya dentro de él. Por momentos la situación se pone fea. No pierdo detalle de la discusión. Hay mucha tensión. Finalmente la sangre no llega al río. Seguimos en el autobús, esperando. Después de casi tres horas salimos hacia Marrakech.
Cuando llegamos a Marrakech ya eran las tres de la tarde. Salí de la guagua con un letargo atroz, mareado, hambriento, deshidratado, taciturno y con más dolores de los que podía percibir o contar. Nos fuimos al Hotel Alí. Cogimos una habitación y salimos a comer algo. Tras eso, nos fuimos al Soko, el mercado de Marrakech. Quería comprarme una camisa porque las dos que he llevado al viaje estaban avergonzantemente sucias. También quería intentar buscar un colgante con mi nombre en árabe. Lo primero lo conseguí, lo segundo no. El Soko es un lugar bonito, pero agobiante, ya que los vendedores nos acosaban para intentar vendernos cualquier cosa. Por la noche cenamos, jugamos a la cartas, dimos una vuelta por la plaza de Jemma El Fna y ahí acabó el día.
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21 de junio de 2011

Extracto de “El Hombre y la Tierra” de Elisée Réclus

clip_image002A continuación pondré un extracto del libro “El hombre y la tierra” del geógrafo anarquista Elisée Réclus, obra publicada entre 1905 y 1908. He rescatado algunas ideas de este inconmensurable y recomendable libro con unas ideas muy concretas que bien pueden ser aplicadas para hoy día, más de 100 años después de haberlo escrito.

“En nuestra época de crisis aguda en que la sociedad se encuentra tan profundamente conmovida, en que el remolino de evolución se vuelve tan rápido que el hombre, poseído de vértigo, busca un nuevo punto de apoyo para la dirección de su vida, el estudio de la historia es de un interés tanto más precioso, cuanto su dominio, incesantemente aumentado, ofrece una serie de ejemplos más ricos y más variados. La sucesión de las edades se convierte para nosotros en una gran escuela cuyas enseñanzas se clasifican ante nuestro espíritu, y hasta acaban por agruparse en leyes fundamentales.


-La primera categoría de acontecimientos por efecto de un desarrollo desigual en los individuos y en las sociedades, todas las colectividades humanas se desdoblan en clases o en cas­tas diferentes, opuestas en intereses y en ten­dencias, hasta francamente enemigas en todos los períodos de crisis.

-El segundo hecho colectivo es que el equilibrio roto de individuo a individuo, de clase a clase: la violación de la justicia clama siempre venganza. Los que mandan tratan de perma­necer los amos, mientras que los sojuzgados pugnan por reconquistar su libertad.


-Un tercer grupo de hechos demuestra que toda evolución en la existencia de los pueblos proviene del esfuerzo individual. En la persona ha de buscarse el choque impulsivo del medio, que se traduce en acciones voluntarias para esparcir las ideas y participar en las obras que modificarán la marcha de las naciones. El equilibrio de las sociedades sólo es inestable por la dificultad impuesta a los individuos en su franca expansión. La sociedad libre no puede establecerse sino por la libertad absoluta suministrada en su desarrollo completo a cada hombre, primera célula fundamental.


La "lucha de las clases", la busca del equilibrio y el arbitraje soberano del individuo son los tres órdenes de hechos que nos revela el estudio de la geografía social y que, en el caos de las cosas, se muestran bastante constantes para que pueda dárseles el nombre de "leyes". La observación de la Tierra nos explica los aconte­cimientos de la historia, y ésta nos hace volver a su vez hacia un estudio más profundo del planeta, hacia una solidaridad más consciente de nuestro individuo, tan pequeño y tan grande a la vez, con el inmenso universo.


A la fuerza de atracción natural del suelo que tiende a repartir normalmente los hombres, a distribuirlos de una manera rítmica sobre toda la Tierra, se une en el mundo moderno una fuerza completamente opuesta en apariencia, la que agrupa centenas de millares y hasta millones de hombres en ciertos puntos estrechos alrededor de un mercado, de un palacio, de un foro o de un parlamento: Hay ciudades, ya considerables al principio de la era de las vías férreas, que se convierten en ciudades inmensas, en montones de casas alineadas, recorridas por una red infinita de calles y callejuelas, de bulevares y de avenidas, sobre las cuales pesa durante el día una cúpula grisácea de humo, y por la noche se eleva un resplandor, que ilumina el cielo. Rousseau, deplorando el envilecimiento de tantos cam­pesinos que van a perderse en las grandes ciudades, llama a éstas «Golfos de la especie humana», en tanto que Herder ve en ellas los «Campos atrincherados de la civilización. Es una gran ciudad de juego, pero un juego muy feo y laborioso y que, no obstante, no es sino un juego... Es una gran mesa de billar sin bayeta con bolsas tan profundas como el insondable abismo, pero billar al fin».


¿Llegarán todos los hombres sin excepción a respirar el aire en cantidad suficiente, a gozar plenamente de la luz del sol, a disfrutar la belleza de la frondosidad de los árboles y del perfume de las flores, a alimentar suficientemente su familia libre del temor de que le falte el pan?”
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19 de junio de 2011

Bitácora viaje a Marruecos – VIII Parte

DÍA 8                                                                          Sábado, 14 de agosto de 2010
Tougine-Tamezrit-Lago Tamda-Tougine
A veces uno no sabe por dónde comenzar a escribir. Estas palabras las escribo desde el SAM_2324Lago Tamda, el objetivo buscado en este viaje. El lugar al que pensamos que no llegaríamos. Hemos tardado más de una semana en llegar a pie hasta aquí. Lo que se ha resistido. Nos levantamos a las 6 de la mañana. A las 7 y media nos pusimos en marcha. Probablemente en las semanas o meses siguientes entenderé el calado de esto y entenderé que estos más de 100 kilómetros que hemos hecho a pie, así como el doble o el triple que hemos hecho por otros medios, no está al alcance de todos. Mientras veía el lago de lejos, corríamos Néstor y yo en su búsqueda, queriendo abrazarlo. Quería llegar, quitarme la pesada carga de mi mochila, las botas, la ropa y nadar en el lago mientras gritaba de desesperación. En mi cabeza sonaban las canciones “Sara” y “San Pedro” de Revólver porque eran las que meses atrás escuché para encontrar tal vez las ganas, las fuerzas, la motivación exacta para esta aventura. Mientras estaba en ese llano, abrí las manos, recibiendo el viento frío que me había helado durante parte de la subida. Grité como un loco, bailando, luchando mis pasos con el camino de piedras. “Venga, vamos. Venga, un poco más. Venga. ¡¡Vamos!!”, me decía a mi mismo. Me sentía exquisitamente loco, si acaso estúpidamente orgulloso por algo que sólo yo valoraré, que nadie le dará más relieve que yo, como siempre.
Mañana, tal vez me sentiré agotadísimo. Más, aquí, ahora, estoy mirando este lago y este cielo blanquecido. Una bóveda celeste tanSAM_2338 blanca como una hoja por escribir. Como un folio que anhela que lo rubriquen. Que cuente en su nada, que después de todo lo pasado habrá un final feliz. Siempre lo hay. Sólo hay que buscar las palabras exactas que pongan el adecuado punto y final. Ya he de marchar. Los chicos ya han partido. Sé que nunca más volveré a estar en ese sitio, por eso quiero apurar al máximo estas emociones contradictorias. Me marcho con la misión cumplida. He contado todo lo ocurrido, he asomado la cabeza al mundo real y este lago ha hecho su trabajo como debía hacerlo, y sin yo pedirle nada. Me voy de aquí para siempre con el regalo que dejo intercalado en mitad de estas líneas esbozadas con el mismo orden que cualquier lugar de Marrakech. Y en esa entropía, seguiré escribiendo.
Pero será mejor que esta historia de hoy del lago, ahora que ya estoy sentado y tranquilo, la comience SAM_2319por el principio. La llegada hasta el lago Tamda fue ardua, no por las horas empleadas, que también, sino por el esfuerzo requerido. Porque a estas alturas estamos muy justos. Es la firme realidad. Hoy Ada no vino con nosotros. Sólo fuimos Nes, Isra y yo. Ella se quedó en el Git enferma. El dueño del Git nos sugirió otra ruta por la cresta de las montañas para no tener que ir hasta Tamzerit. Igual fue una buena solución. A posteriori es difícil saberlo. Da igual. Nos quedamos al pie de una degollada. Puse la marcha al inicio y durante una hora caminé yo solo. Los chicos iban a un ritmo pausado, descansando. Pero al cabo de esa hora los chicos me alcanzaron y me dejaron atrás en el cauce de un riachuelo casi seco. Después de esa hora de camino, cuando me habían alcanzado, nos perdimos. No encontramos el verdadero camino.
No volvimos hacia atrás, sino que fuimos campo a través. Cada uno tomó un camino diferente. Isra se cayó. Maldijo. Se hartó. Ya estaba oficialmente perjudicado mentalmente. En plena ascensión volví a unas ensoñaciones habituales, a los ya habitualesSAM_2329 mareos, a confundir la realidad con los sueños. Comencé a tener frío. Los pies se resbalaban. Sentí dolor. El corazón, a mil kilómetros por hora. Las manos las tenía heladas. Miré solo al suelo. Tras sobrepasar el primer collado, me coloqué en la vanguardia de la marcha y hasta comencé a correr. Sentí que alguien venía por detrás. Comencé a correr. Alguien me apartó, forcejeamos, no le dejo pasar, pisa mal y cae al suelo por mi empujón. Es Néstor, quien se hizo daño. Me siento culpable. Se calla, pero su cara lo dice todo. Qué estúpido fui. Ojala no lo hubiera hecho. ¿Por qué lo hice? Al llegar al collado final, tras dos horas y media, Isra dijo que no podía más y se quedó allí porque decía que no podría subir todo lo que tendríamos que bajar hasta el Lago Tamda.
Nes y yo bajamos, primero a paso ligero. Yo acabé corriendo y gritando desesperadamente. Mis pasos eran osados, sin importar caídas, sin importar el daño que me pudiera poder hacer. De mis ojos salían lSAM_2321ágrimas. No sé por qué. Cuando llegamos al llano endorreico, seguí corriendo, abriendo los brazos y gritando como un poseso. Llegamos en tres horas. Al cabo de diez-quince minutos llegó Isra, quien se sumó a nosotros porque según expresó: “Escuché gritar a William bajando y no quería quedarme sin llegar hasta el lago”. Estuvimos en el lago una hora y volvimos para subir de nuevo el collado y luego bajar hasta Tamzerit. La bajada hasta el pueblo fue larga, pero tranquila, al menos para mí. Hacía un calor espantoso. Nes e Isra estaban absolutamente destrozados, extenuados, sin resuello, deshidratados, fatigados absolutamente. No habíamos llevado nada de comer, apenas un trozo de pan y mantequilla. Eso no dio para reponer fuerzas. Yo, con parsimonia iba a unos 50-100 metros detrás de ellos.
Llegamos a la carretera que nos debía llevar de vuelta hasta Tougine. Cuando faltaban unos pocos metros para llegar vimos un Jeep de lejos. Isra corrió para que nos vieran y nos parasen para llevarnos. Ellos preguntaron: “¿Españoles?”. Néstor llegó, subió sus gafas y con cierta consistencia sentenció: “Canarias”. En el Jeep había dos franceses y un español de León, que venían desde El Aioún e iban hasta Francia. Nos llevaron hasta el Git T’etape, pero a Isra y a mí nos pusieron en el techo porque no había más espacio en el interior. Fue entonces cuando me sentí feliz, libre, dichoso como un niño durante más de media hora aproximadamente.
El viento en nuestras caras golpeaba mientras nos sujetábamos con fuerza para no caernos. Fue una divertida y estimada experiencia que agradecimos. Isra y yo reímos a carcajadas y nos relajamos. Los ocupantes del cocheSAM_2357 alucinaban incluso más que nosotros viéndonos pasarlo tan bien, gritando y pidiendo más y más. Nos sacaron varias fotos mientras Isra y yo seguíamos exultantes. El conductor se animaba pisando el acelerador, cogiendo los baches, tocando el claxon e incluso poniendo música. No deseaba que ese paseo acabase nunca. Pero todo lo bueno acaba y ese paseo acabó. Pasamos toda la tarde en el Git, agotadísimos, jugando a las cartas y el día en Tougine nos despidió igual que nos recibió hace una semana en Azilal, con lluvia, rayos y truenos, pero esta vez yo estaba más tranquilo. La tormenta ya no me intimidó. Asumí este viaje sentado como lo estoy ahora en la ventana mientras escucho caer la lluvia. Salen ahora las primeras estrellas y la luna creciente.
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17 de junio de 2011

Reseña libro: Los volcanes, guía física de España

Reseña del libro “Los volcanes, guía física de España” hecha para la asignatura “Geomorfología volcánica” de 4º de Geografía.
El libro Los volcanes, guía física de España, es una obra que para el geógrafo físico interesado en el volcanismo se ha de hacer casi imprescindible por su contenido. En una primera aproximación a la lectura de la obra de estos tres geógrafos, parece que se trata de un mero manual de vulcanismo canario con las nociones básicas y no tan básicas de estos edificios.
Podría tratarse de un manual de expertos con una detallada gama de valoraciones para entender, aprehender todo lo relacionado con los volcanes en Canarias. Sin embargo, no es una obra baladí ni desdeñable pese a sus 26 años desde que se publicó la mencionada obra. Es algo más que eso, y ello se demuestra en el interior de sus páginas, en el recorrido que hace de esta ciencia apasionante como es el volcanismo.
Cada epígrafe supone una erupción de interés del cual, al menos al inicio no deja de sorprender por su capacidad didáctica. El libro se inicia con la génesis de la formación de las islas canarias, así como de los aspectos más generales para detenerse en algunos detalles significativos.
Sus autores dan a conocer detalles importantes para comprender el volcanismo. Para una persona alejada de estas dotes, para alguien no educado en los volcanes, conocer estos datos no deja de ser un descubrimiento ciertamente apasionante.
Podríamos, pues, definirlo acertadamente como un libro básico para reconocer conceptos volcánicos que cualquier persona no sabe, como el caso de la definición de erupción freatomagmática –en contacto con el agua-, hialoclastita –fragmentación de un material lávico en contacto con el agua-, diferenciación magmática –paso de la erupción básica a ácida- y así, un buen número de conceptos que en la primera mitad del libro hacen que el lector siga teniendo interés por conocer y aprender.
Más, los detalles son los que hacen de este libro algo singular. No se queda en la descripción somera, sino que en un punto de esta obra, se atreve a valorar y hacer entender las unidades volcánicas menores con una explicación explícita de cada una de esas formas. Este libro se erige en clave para comenzar a entender muchos conceptos sin los cuáles no sería posible comenzar a andar en el vasto territorio del volcanismo, una ciencia ajena a la mayoría de las personas que no están vinculadas territorialmente con ésta.
Los tres geógrafos, autores de la obra, además, hacen una especie de guía turística por los lugares donde está ejemplarizados conceptos tales como caldera, domo, volcanismo basáltico, volcanismo freatomagmático, etcétera. No es una obra conceptual, no, sus autores sabían bien de lo que hablaban al describir los paisajes volcánicos.
Posteriormente sigue ejemplarizando con suavidad, casi sin pretenderlo, palabras como lava aa ó pahoehoe. En este punto conviene señalar que la sutileza de su didáctica es grandiosa, puesto que no se queda en meras definiciones. La brillantez de su pretensión y redacción comienzan ya a cautivar desde la aproximación más descriptiva, paisajística, más, en definitiva, geográfica. Es esto último, el concepto clave en el que se yuxtaponen y ciencia volcánica y ciencia geográfica, pues en la descripción del territorio junto con la conceptualidad volcánica imponen una imbricación de ambos campos que no puede ser por más que catalogada de exquisita.
No deja de sorprender en su interior este libro con la plasmación del relato de erupciones históricas, en el caso del volcán de Fasnia, algo que, si bien es escueto, no es menos cierto que acerca al lector a otra realidad diferente, la del volcán, y éste lo devuelve con sus consecuencias a la antropización expresada en palabras que describen, otrora, lo que significó una erupción en Tenerife. Ahondando en esta visión, se constata que los relatos históricos son de una importancia capital sin la que el estudio del volcanismo en Canarias le faltaría una articulación importante en la explicación tanto de su contexto, como de su génesis.
Especialmente interesante se hizo leer la teoría de la formación del valle de La Orotava, algo que ha provocado tanta suspicacia, como polémica a tenor de los misterios que encierra su formación y que no ha logrado poner de acuerdo a la comunidad científica. Sin embargo, en este trabajo se abordan dos puntos de vista, por una parte la teoría de la fosa tectónica hundida con los bloques de Tigaiga y Santa Úrsula levantados, y por otra, la teoría que habla de un posible deslizamiento de materiales, sin desdeñar la teoría más actual, ésta última, a diferencia de las dos primeras erradas en su explicación, ya que se antoja como poco clarificadora para el lector novel en la ciencia volcánica. No deja de ser menos interesante el misterio arrojado sobre la edad de las coladas negras del Teide.
Precisamente al llegar en la parte de la descripción del Teide el libro transforma su literatura. En ese entonces tiene una litúrgica que se denota especial, muy técnica y que para el lector primerizo de este tema novel supone un ejercicio complejo, toda vez que mucho de su vocabulario no está siendo utilizado para su definición sino para su descripción del Teide y su entorno.
Pero sería desacertado describir este libro como una guía meramente “canaria”, pues también retrata y expone los ejemplos del volcanismo peninsular, no todo, pero sí una parte de él, logrando establecer ciertas diferencias entre el volcanismo canario y peninsular. Éste último con una descripción más diáfana que la canaria. Existe, no obstante, una notabilísima diferencia de trato de ambos volcanismos, más escueto el peninsular, menos detallado, lo que provoca que dentro de esta obra existan realmente dos libros, dos textos diferentes con una misma temática como telón de fondo.
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15 de junio de 2011

Bitácora viaje a Marruecos – VII Parte

DÍA 7                                                                      Viernes, 13 de agosto de 2010
Tamezrit-Tougine
Ya no hay fuerzas. Cumplimos una semana aquí y estamos en un estado lamentable. Anoche de nuevo apenas pude dormir sino una o dos horas. Hemos pospuesto el ascenso al Lago Tamda porque Ada tenía diarrea y hasta ganas de vomitar. Isra, aunque está fuerte, también está mal de la barriga. Nes está deshidratado y extenuado. Decidimos volver de nuevo a Tougine para quedarnos en el Git T’etape que hay allí. Salimos de Tamzerit a pie. Primero esperamos donde nos dejó ayer el armatoste con ruedas con la esperanza de que llegara alguien que nos llevara. Sólo había una furgoneta que se dirigía hasta Ouarzazate. Después de unos diez o quince minutos, y tras consular el estado de Ada, que apenas podía dar un paso, decidimos caminar hasta la carretera. Es aquí donde ahora mismo escribo. Llevamos esperando un tiempo que bien podría ser largo o corto. ¿Qué más da? Ya perdí toda noción del tiempo.
Ahora mismo Nes está con la cabeza gacha allá, a lo lejos. Muy cerca de él, como SAM_2302siempre, está Isra, a quien le duele la barriga y persiste en la idea de que fue el té de Mahmud el que le ha dejado en ese estado. Ada, enferma, está en una curva, casi el único sitio donde ahora mismo hay sombra. Seguimos aquí, en mitad de ningún sitio, sin más medios que nuestras piernas, sin más posibilidades de salir. Al amanecer estaba dispuesto a hacer la machada de los 25 kilómetros hasta el Lago Tamda y Amerintine. Me lo planteaba como algo personal. Sin embargo, entendí y comprendí que el principio de prudencia bien valía aplicarlo al día de hoy en vista del estado de Ada e Israel.
Me ha invadido un profundo sentimiento de desesperación, de querer salir de aquí. NoSAM_2296 tenemos agua, no tenemos cobertura en los móviles, me pica la piel, me duelen los labios, la cara, entre otras partes, tengo mucha sed y por aquí no pasa nadie. No tengo fuerzas. No pienso en nada ahora mismo. De repente, a lo lejos, un motor. Alguien me ha escuchado y ha querido salvar la situación desesperada. Llegamos a Tougine, al Git T’etape. Ada se duerme visiblemente enferma. Yo, mareado, decido acostarme. No tengo fuerzas. No me llegan para seguir escribiendo. En esta vasta y vacua tierra no conocida antes, lo mejor será soñar con momentos mejores y abrazarme a los sueños que teje mi promiscua almohada temporal.
  Hemos estado todo el día acostados. Ada sigue mal y la ascensión al Lago Tamda está en el aire. Estamos acostados escuchando Extremoduro. Por la tarde le preguntaron al dueño del Git T’etape de SAM_2308Tougine por el precio de la botella de agua. Nos quería cobrar 10 Dirman cada una. En otros pueblos nos lo habían dejado a la mitad. Quisimos bajar a la tienda del pueblo para comparar el precio. Le dijimos al dueño que íbamos a comprar coca cola, que era verdad, pero también queríamos comparar. Comenzamos a bajar y el dueño del Git fue corriendo a la tienda para que nos vendieran el agua, o quizá para que nos la vendiera al mismo precio. Eso pensamos porque además nos dijo que el nos vendía el agua. Luego volvió a subir, y cuando nosotros que íbamos con suma parsimonia llegamos a la tienda detrás nuestro estaba el dueño del Git, controlando lo que comprábamos. Una anécdota que nos dejó desconcertados y a mí un poco de mal humor. Íbamos a llevar para mañana tres botellas de agua, pero le dije a Néstor que me dejara a mí la negociación al día siguiente, pues no estaba dispuesto a comprar agua a cualquier precio. Si la vendía a 10 Dirhams, yo sólo llevaría una y que el resto, la buscaríamos en Tamzerti, en alguna fuente.
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14 de junio de 2011

La propiedad de la tierra en Guatemala

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Si tuviésemos que describir las paradojas de un sistema alimentario global roto, difícilmente encontraríamos un ejemplo mejor que Guatemala. Este país centroamericano, que puntúa alto en la lista de potencias agrarias (quinto exportador mundial de café y azúcar), destaca más todavía como campeona regional de la inseguridad alimentaria: uno de cada dos niños menores de cinco años padece desnutrición crónica, una cifra que se eleva al 70% cuando se trata de menores indígenas.
¿Cómo es posible que un país con un verdadero filón de recursos naturales padezca niveles tan insoportables de pobreza e inseguridad alimentaria? La respuesta no es técnica, se lo aseguro. Las tierras tienen rendimientos altos y el país cuenta con los recursos productivos necesarios. El problema es que estos recursos –empezando por la tierra- están obscenamente concentrados en las manos de unos pocos. A pesar de haber sido el primer país latinoamericano en aprobar una Ley nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional, Guatemala conserva un régimen feudal de reparto de la tierra (el 8% de los propietarios concentran el 80% de las tierras productivas), lo cual explica que buena parte de la pobreza extrema se concentre en zonas rurales, donde los productores pobres también son consumidors pobres (ver gráfico).
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Las élites económicas han influido en las políticas gubernamentales para garantizar modelos agrarios orientados exclusivamente a la exportacióny a las grandes explotaciones. Mientras tanto, los campesinos han pendulado entre el desinterés del sector público y la hostilidad de las grandes compañías, dispuestas a impulsar acuerdos comerciales como el CAFTA, que dejaban a la mayoría a merced de la competencia desleal estadounidense a cambio de garantizar cuotas de exportación.
Pero, a menudo, las diferencias en Guatemala son algo más que retóricas. Hace pocas semanas supimos por los medios de comunicació de Guatemala de un grupo numeroso de familias desalojadas de forma violenta en el Valle de Polochic, donde perdieron tierras, viviendas y la posibilidad de recoger la cosecha de maíz y frijol que garantizaría su subsistencia.
El caso de los campesinos de Pocholic no es una excepción, pero tampoco lo son las numerosas historias de lucha y dignidad en las que las comunidades pobres buscan corregir desigualdades atávicas. Madre Tierra, por ejemplo, es una organización de mujeres campesinas que huyeron a México durante la guerra y retornaron con los Acuerdos de Paz. Su líder, Raquel Vásquez, relataba hace poco las dificultades del retorno, cuando el Estado les concedió a crédito algunas tierras. La primera batalla fue lograr que las mujeres tuviesen derecho a ser cotitulares de estas tierras, junto con sus maridos; después llegaron jornadas interminables para garantizar el rendimiento de sus explotaciones y la producción que alimentase a sus familias.
A diferencia de lo que opinan muchos, la agricultura familiar ycampesina puede cumplir los objetivos de eficiencia, sostenibilidad y equidad que requiere el sistema alimentario del futuro. Pero para eso es necesario que juegue en igualdad de condiciones con otros sectores, obteniendo del Estado el apoyo legal y económico que necesita cualquier sector estratégico.
Con un presupuesto de poco más de 600 millones de quetzales (unos 54 millones de euros), el Ministerio de Agricultura guatemalteco es incapaz de hacer frente al problema nacional de inseguridad alimentaria. Para que se hagan una idea, los agricultores españoles reciben solo en subsidios una cantidad 100 veces mayor que esa. Por eso muchas organizaciones campesinas, junto con otros actores de la sociedad civil, exigen desde hace años que el Estado cumpla con sus obligaciones y garantice el derecho de los guatemaltecos a la alimentación. Ese es el propósito de la Ley de Desarrollo Rural Integral que han propuesto y que considera, entre otras medidas, la creación de un sistema nacional reservas alimentarias que permitiría hacer frente a las hambrunas y moderar los repuntes de precios. 
El caso de Guatemala demuestra que este problema no solo es africano y no siempre encuentra sus culpables en el extranjero. Las comunidades campesinas y las organizaciones que les apoyan, como Oxfam, han logrado situar este drama en la agenda nacional. Del compromiso del Estado y de sus instituciones va a depender que los próximos años pasen a la historia como el momento en el que Guatemala acabó con el hambre.
Fuente: www.elpais.es
MARTÍN MARTÍN, V.O. (2007): “El papel del campesinado en la transformación del mundo actual”.

GUATEMALA
PERÍODO: CAPITALISMO TRIUNFANTE Y/O PERÍODO PRE-REFORMA
Sistema español de hacienda o encomienda

"Antes de la reforma, el 2,1% de las explotaciones controlaba el 72,3% de la tierra (descendentes de españoles y grandes compañías extranjeras que habían mantenido el sistema de colonato) con la población indígena. 22 terratenientes tenían más de 20 caballerías (1 caballería = 54,5 has) cada uno, mientras la población rural, que eran casi 2 millones, no tenían ni una parcela. Como su posesión era insuficiente para el sostén de su familia tenían que rentar tierras, el pago era un porcentaje alto de su producción o trabajo gratuito en las tierras del dueño. Los asalariados agrícolas se les pagaba en especie o en “señas” canjeables únicamente en la finca del patrón, además del maltrato físico, castigos, encierros en calabozos, despidos sin pago ni liquidación, entre otras cosas.

PROFUNDIZACIÓN DEL CAPITALISMO BUROCRÁTICO (1945-1980)
-1952: Reforma agraria de 1952. se decretó que el arrendamiento se pagaría con el 5% de la cosecha. Las tierras inutilizadas serían expropiadas, nacionalizadas y entregadas a campesinos pobres y trabajadores agrícolas en usufructo vitalicio o arrendamiento entre 5 y 25 años, los fondos serían para la posterior indemnización a los antiguos propietarios y para comprar maquinaria que se proporcionaría a los campesinos para trabajar. Las tierras expropiadas serían nada más las desaprovechadas y los dueños recibirían indemnización al precio declarado poco antes por los mismos propietarios. Se entregaría en propiedad un mínimo de 436 metros cuadrados por familia y se reservaría espacio para calles, avenidas, plaza pública, parque, campos deportivos, mercado y templo en cada caserío (más de 14 familias).

Resultados: Hasta el 30 de abril de 1954 se había repartido el 57,4% de las tierras ociosas, con esto se abarataron los productos y se tecnificó la agricultura. El proceso de reforma finaliza con el golpe de Estado de 1954, perdiéndose así los logros conseguidos por la reforma agraria de 1952".

CONCLUSIÓN PERSONAL
La situación ha empeorado con respecto a los datos ofrecidos por el profesor Martín Martín, hecho contrastado en la noticia publicada hoy en el diario El País. En el año 2007 el profesor del Departamento de Geografía de la ULL estimaba lo siguiente:

Antes de la reforma agraria:
El 2,1% de las explotaciones controlaba el 72,3% de la tierra

Reforma agraria de 1952:
Reparto del 57,4% de las tierras “ociosas”

Hoy día, tras los datos del diario El País:
El 8% de los propietarios controla el 80% de las tierras

Conclusión:
Con respecto a antes de la reforma agraria, ha aumentado el número de propietarios en posesión de tierras, pero el dato sigue siendo terriblemente esclarecedor. El 92% de la población no posee sino el 20% de las tierras. Y si investigáramos estos datos incluso podríamos comprobar que es peor de lo que parecen sostener los datos.





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13 de junio de 2011

Reforma agraria en Chile o cómo fracasar en el intento

Les presento ahora uno de los mejores y más elaborados trabajos que he realizado en la carrera. Se trata de un trabajo para la asignatura Geografía Regional del Mundo, de 4º de Geografía. La temática era elegir un país y elaborar la problemática de la cuestión agraria. Yo elegí Chile, me tuve que documentar mucho para hacer un extenso trabajo que contiene un poco de todo. Historia, Geografía, los problemas socio-políticos, incluye al final una entrevista a una chilena que vivió el proceso de lejos y explica lo principal, cómo no se ha podido realizar la reforma agraria necesaria en el país sudamericano. Espero que les emocione tanto como me emocionó a mí hacerlo.


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12 de junio de 2011

Bitácora viaje a Marruecos – VI Parte

DÍA 6                                                                             Jueves, 12 de agosto de 2010
Ain Ali N’to-Megdaz-Tougine-Tamzerit
El comienzo del día fue espantoso. No sabía casi ni donde estaba. Desayunamos SAM_2237moderadamente. Durante la comida nos enteramos de que el horario por el que nos regíamos estaba mal. Llevábamos cinco días con una hora de adelanto. Según nos dijo el dueño del Git, aquí son dos horas menos que en la península, y una hora menos que en Canarias. A mí eso me daba igual, ya que hemos estado cinco días sin tener que mirar la hora sino para levantarnos. Después de desayunar y sin demasiadas prisas nos fuimos camino de Megdaz, el destino al que debíamos llegar ayer, pero en donde no pudimos llegar porque Ada se comenzó a sentir mal. El camino hacia Megdaz nos costó unos 45 minutos. Al llegar nos encontramos con un señor mayor, Ait Hasso Lahsen. Primero me dio la mano, apenas entendí nada, le dije que veníamos de Ali Ait N’to, que habíamos dormido allí y que estábamos en Megdaz de paso. Todo ello, claro, por señas.
SAM_2238 Como dejé de hacerle caso, se dirigió a Néstor, que le dijo que había estado allí en el mes de febrero de este mismo año. Ait Hasso Lahsen nos hizo un pequeño recorrido por las mejores vistas de Megdaz. Luego nos llevó a una especie de Git con una puerta minúscula. Nos invitó a un te, pastas y nueces mientras veíamos algunas fotos del Atlas. Nos sacamos fotos con él y nos dio su dirección para que le enviásemos las fotos. Antes nos había dirigido hacia una especie de azotea-patio donde había unas vistas magníficas de Megdaz, sin lugar a dudas, el pueblo del Atlas más atractivo y bonito de entre todos los que visitamos.
Para llegar hasta esa especie de azotea tuvimos que subir unas angostas y mínimas escaleras que superamos sin dificultades, SAM_2246pero que a mi me impresionaron: “Cuantas personas no habrán caído por aquí”, pensé para mi mismo. Fue en Megdaz donde Isra avisó de que comenzaba a sentirse mal. Tenía los mimos síntomas que había tenido Ada el día anterior. Sin embargo, Isra aguantó, y aunque le dolía el estómago, logró seguir el resto del día. Le dimos a Ait Hasso Lahsen 20 Dirham y nos fuimos a Ait Ali N’to, ya que en el Git dejamos las mochilas para subir hasta Megdaz sin pesos. Al llegar nos acostamos durante aproximadamente media hora. Se estaba tan a gusto allí, que pensé en que bien podríamos quedarnos uno o dos días más y sentir hasta en las entrañas aquella paz y tranquilidad, ese viento fino como la seda de unas montañas que eran mágicas para mí.
Bebimos unos refrescos y algo de agua, como siempre del tiempo tirando a caliente y de manera oficial emprendimos la cuarta etapa que nos debía llevar caminando primero hasta Toufrine. Ya habíamos caminado unos 8 kilómetros de Ait Ali N’to hasta Megdaz (ida y vuelta), y nos restaban los 12 hasta Tougine. Nos costó mucho porque hacía mucho calor, aunque esta vez estábamos bien aprovisionados de agua. Sin embargo, el agotamiento hizo mella. Caminamos con todo el sol del mediodía y eso nos perjudicó. Atravesamos algún pueblo en el que sólo había unas cuantas casas. El camino principal de ese pueblo estaba infectado y jalonado por doquier de cientos de latas de sardinas viejas y aplastadas. La suciedad era un decorado desagradable. Llegamos a Tougine por la tarde agotados pese a que el camino no nos exigió demasiados esfuerzos.
Al llegar a Tougine, oficialmente pisábamos asfalto. Camino de coches, ya estábamos un poco más cerca de la civilización. Qué error más grande cometí entonces al pensar así. Pensamos que ya estábamos en un mundoTODOS - Megdaz (2) más civilizado porque en Tougine había dos viejas y pequeñas tiendas invadidas por moscas y avispas. Pese a ese triste decorado, lo cierto es que eran, en comparación con lo visto en los valles del Bougue Mez y Tessaout, las más decentes de todo. Compramos unas latas de sardinas y nos dieron pan del día anterior. Con eso comimos al lado del río. Tras comer, vimos que había una “furgoneta-guagua-todo terreno” (por ponerle algún nombre a aquel armatoste con ruedas) que era la que nos debía llevar hasta Tamzerit, nuestro punto final del día. Tuvimos que esperar algo más de una hora hasta que partiera. El pueblo no era tal. Eran unas pocas casas dispersas y fuera de las tiendas había un grupo de unos 25 chicos. Ni una sola mujer. Desde que llegamos me sentí por lo menos yo, más que observado, investigado, casi violado de arriba abajo, era una sensación desagradable. 25 hombres mirando tanto de soslayo, como en ataque directo hacia nosotros, como si fuéramos invasores de su realidad. Yo bajé la cabeza y esperé el momento en el que el artefacto con ruedas nos llevara hasta el último destino.
A media tarde nos dieron el aviso. Pagamos 20 Dirhams cada uno y montamos en aquella cosa que tenía más años que yo. Tenía unos pompones en el salpicadero, un decorado propio de otro mundo añejo, alejado de la tecnología. Los asientos parecían que en breve se romperían. Se tambaleaban tanto que por momentos creía que se iba a caer. El suelo tenía agujeros por el que pasaba todo el polvo de la carretera. Carretera, un nombre que le queda grande a ese camino de baches y tierra de quinta categoría. El polvo se metía dentro del habitáculo y teníamos que taparnos la boca y la nariz con las camisas porque apenas podíamos respirar debido a que todas las ventanas de atrás no se podían abrir. De fondo, escuchábamos música en árabe repetidas veces. A los chicos no les gustaba, en cambio a mí me pareció una banda sonora ideal en este lugar. Tras aproximadamente algo más de una hora por un camino tercermundista llegamos a Tamzerit. Fue este pueblo de infausto recuerdo para mí porque ya me sentía extenuado.
En Tamzerit tuvimos el problema del hospedaje, de la cena, del agua, de la comida del día siguiente. No nos trataron bien nada más llegar. Buscamos por el pueblo y sólo encontramos burlas y risas. Caminamos hacia arriba, ya que este puedo también estaba disperso y se dividía en dos partes. El sol estaba a punto de ocultarse por las montañas y seguíamos perdidos, buena27muertos de sed, agotados. Entonces, cuando estábamos a punto de desesperar salió a nuestro encuentro un viejo con una toga al que hicimos señas para que nos dijera un lugar en el que encontrar agua, comida y poder dormir. Nos llevó a la casa de un señor. Llegamos entonces aquí, desde donde estoy escribiendo. Queríamos saber donde estaba el camino hacia nuestro próximo y último destino: el Lago Tamda. Por eso subimos lo más posible. Con esta buena gente apenas logramos comunicarnos. Hablan poco francés, como nosotros, y parece que hablan un dialecto del berebere, o quizá árabe. Ya no lo sé, ni me preocupa. Ya nos íbamos hacia la parte baja de Tamzerit, de nuevo sin rumbo para comprar algo para el día siguiente en una especie de venta vieja, lóbrega. Entonces el señor de la casa, de nombre Mahmud, nos invitó a entrar para decirnos dónde podíamos dormir. Eso hicimos. Nes y yo vimos la habitación y convencimos a Isra y Ada para que nos quedáramos. Finalmente Mahmud nos trajo agua, te, sopa, pan, aceite, y según Ada, la mejor mermelada que había probado. Y así finalizó un día que se suponía de relax y que acabó de una forma desesperada, al menos para mí.
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8 de junio de 2011

ONU, esa farsa

Escrito personal, de opinión que escribí hace unos 2 años tras un diálogo-debate de la clase Geografía Regional del Mundo en el que analizamos la situación mundial de por aquel entonces.



Es necesario abrir los ojos y ver la realidad del mundo, la realidad de todo lo que nos rodea, y por eso es necesario que aunque estemos realmente mal de ánimos, de salud, o sentimentalmente, no hay que perder el norte. Yo ya sospechaba algo. Al decir verdad, era algo más que una sospecha. Entonces lo constaté junto con un grupo de personas dialogando sobre un asunto en concreto. La ONU (Organización de las Naciones Unidas), que reemplazó a la Sociedad de Naciones en los años 20, se creó para establecer seguridad internacional y para evitar sucesos como las guerras mundiales, el control a los países beligerantes, la ayuda y cooperación humanitaria, entre otras actuaciones. Aquella misión pionera se ha quedado desfasada hasta tal punto que su actuación hoy día es más bien cuestionable. El orden internacional está roto y la ONU es un ente político-pasivo incapaz de frenar las ansias expansionistas de países desarrollados tiburones económicos capaces de saltarse a la torera cualquier ley, capaces de inventarse excusas para manipular (como sucediera con las armas de destrucción masiva, ¿alguien las encontró?) y engañar al mundo entero a base de política barata y mentiras. Los ejemplos saltan a la vista, la crisis de Georgia y Rusia en 2008, el simulacro de advertencia en Irak que acabó en guerra, o las políticas del caos institucional que impera en gran parte de los países de África, son una prueba palpable de que la ONU no sirve para nada. Bueno, si sirve, yo no lo sé, pero supongo que los delegados de la ONU de cada país se sacarán una tajada importante (parné pal bolsillo).

Política para políticos y los que la pagan es la ciudadanía. Eso no es todo, si comenzamos a echar la vista atrás y comenzamos a rememorar guerras, vemos la prueba fehaciente de que esta organización de tres al cuarto es sólo un cuento. Seguro que servirá para algo, pero su ámbito de actuación ha quedado reducido a la mínima expresión. Sino, que se lo digan a los palestinos, a los irakíes, a los afganos, o décadas atrás a los vietnamitas, a los colombianos, a los ugandeses, a los ruandeses, etcétera, etcétera, etcétera. Por doquier podemos encontrar ejemplos de problemas bélicos en cualquier parte del planeta. No existe la paz porque la política ha fracasado, han fracasado los vanos intentos de equilibrar una balanza engañosa. Todo se queda en palabras, en verborrea por y para políticos.

Hay quien, con mucha razón, escudarán su defensa a este organismo por las ayudas humanitarias que hacen en cada país, más todo el trabajo que hay detrás. No lo negaré, no, pero ¿en base a qué? Miran el nombre del país, sus recursos y actúan en consecuencia. Y aún así sus actuaciones no logran paliar demasiado. A la vista está. Las crisis humanitarias es hoy un plaga cada vez peor. Obviamente es un problema mucho más grave y complejo que estas simples palabras. Pero la ONU, con su grandeza, no logra abarcar apenas nada. Sus actuaciones, al menos para mí, son cuestionables, en tanto en cuanto, la crisis es hoy día algo inherente a los tiempos actuales. Estoy harto de los vanos esfuerzos que sólo buscan política y propaganda. Ayudan, sí, pero por cada miligramo de ayuda, tienen veinte toneladas de publicidad política para imponerse medallas que no merecen, ya que no hacen todo lo que deben, ni todo lo que pueden, no lo hacen y ellos lo saben.

El colmo se lo lleva Estados Unidos (con el derecho a veto), quien se salta a la torera las leyes de la ONU y se desmarca de la ley antibelicista para intervenir a sus anchas allá donde quiere, para establecer sus bases por medio mundo para conquistar a base de chantajes. Es un ejemplo claro de tiburón económico, despiadado y voraz. Pero no se puede olvidar a Rusia, a Israel, a la propia Europa, a todos los países desarrollados que compiten por sus intereses económicos y/o expansionistas, ya sea por crudo, por importaciones o lo que sea. No se salva nadie y la organización que debe velar por la paz no hace nada y deja que el país más belicista campe a sus anchas: EEUU. Auspiciados por la ley del “ojo por ojo” y con cara de verdad, pero razones de mentiras, este país norteamericano ha creado su propias normas, sus propias leyes para “defenderse” de un terrorismo que es más lacra, pero no un motivo para una expansión y un colonialismo encubierto ¡Y PERMITDO!

Paremos un momento a pensar. ¿Qué pasaría si Irán (en el ojo de mira por culpa de EEUU), o cualquiera de los llamados “países del eje del mal” hicieran algo parecido, ni tan siquiera igual, sino parecido a lo que hace EEUU por todo el mundo? Imaginemos que en vez de ser Rusia, Reino Unido o EEUU, se trata de Bolivia, de Burkina Faso o Pakistán. Pues se montaría el lío, porque los ricos no pueden permitir la rebelión de los pobres, no pueden… mejor dicho, NO QUIEREN. Las grandes potencias quieren explotar a los países subdesarrollados en su propio territorio para hacerse ellos más ricos, pero el país fecundador de esos recursos se quedar en la estacada (véase cualquiera de los países del África ecuatorial). No es justo, pero no descubro nada si hablo de la injusticia de este mundo, pero sí lo hago al denunciar la escasa alma, los escasos valores morales y éticos de la mayor parte de la política internacional, y, por ende,  de la propia ONU. Los más viejos del lugar seguro que podrían recordar cómo EEUU apoyó en los años 80 a Irak y Sadam Husseín en su conflicto con Irán, armándolos y entregándole fuerzas para la lucha. Una década más tarde pocos se acordaban de que ese que ahora es “eje del mal”, antes luchaba por una “causa justa” a juicio de EEUU. Y no hay que olvidar el crimen diario de Israel y todos miran a un lado.

No es un problema exclusivo de EEUU, es un problema de fondo, de obsolescencia, es un problema de principios, de mandamientos, es un problema de todo y nada, de palabras y sólo palabras, sin hechos consumados o con hechos vacíos y cuestionables. Yo no creo en la ONU, no creo en EEUU, ni en Israel, ni en Rusia. No creo en la política en general y en casi ninguna en particular, sobre todo a cualquiera que lleva a la confrontación armada o cualquiera que sea. No creo en palabras huecas, en explotadores, en rencores. Yo creo en la paz y en los esfuerzos verdaderos, creo en un solo territorio, nuestro Mundo. Creo en el respeto por la vivienda digna de cada pueblo, de cada cultura sin juzgarlo por lejano que sea. No creo en la ocupación de los territorios por falsas acusaciones. La política internacional, nacional, local y a cualquier escala me repugna, me da pena, tristeza y coraje. Por eso estas palabras van dedicadas a todos los que aún creen a pies juntillas en bipartidismos ya obsoletos (PP y PSOE), los que creen en los nacionalismos (CC, PNV, BNG, CiU), los que creen que la única forma de defender a tu país es con un arma en la mano, a los que creen que es mejor lavar los trapos ajenos en vez de los propios. Dedicado a los ciegos que no ven más allá del bien llamado “poderoso señor es Don dinero”. Ese es el problema, que se viva para y por el dinero, cosa que no está mal, pero la cuestión a criticar es cuándo debes conformarte y cuando quieres abarcar incluso más de lo necesario para ver una balanza evidentemente descompensada, sin querer compartir con tu prójimo. La ONU es una farsa, y los países miembros una pandilla de farsantes incapaces de ser capaces de hacer nada por la paz. Lo más flagrante y denunciable es que ensucian y mancillan una palabra tan bella como paz con un fusil en la mano de uno y sangre en la de todos.

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