23 de junio de 2011

Bitácora viaje a Marruecos – IX Parte

DÍA 9                                                                         Domingo, 15 de agosto de 2010
Tougine-Demnate-Marrakech
Hoy despertamos pronto, como a las ocho de la mañana. El dueño del Git nos consiguió un <SAMSUNG DIGITAL CAMERA>taxi que nos llevó hasta Demnate. El trayecto, de unos 70 kilómetros, aproximadamente, lo hicimos en dos horas y nos costó a cada uno 60 Dirhams (unos 6 euros). Demnate ha sido lo más grande que hemos visto en más de una semana. Es como una ciudad rodeada de pinos y vegetación mediterránea. Descendimos de las montañas y al menos con la perspectiva de la altura tenía aspecto de ser una ciudad bonita. Pero nada más lejos de la realidad. Las calles sucias, caóticas, edificios a medio hacer en algunos casos. Burros caminando por las calles y dejando el rastro de sus excrementos.
Sólo el aspecto externo se salvaba porque en su interior la dejadez y toda la pobreza más miserable, la falta de limpieza era lo imperante. El taxi nos dejó justo al lado de laCamino a Demnate estación de autobuses. Sólo hemos estado en la estación de Marrakech y yo no creí que fuera a ser peor. Y en cierta forma no fue peor. Aquí en Demnate hemos tenido tiempo de sobra para hacernos a la realidad de esta ciudad. Los niños trabajan cargando esa especie de carros de madera para alojar las maletas cuando llegaban las guaguas, igual que en Azilal. Los mismos niños cuando no llegan los buses se dedican a limpiar botas o a hacer de mensajeros, o alguna otra actividad para la que fueran requeridos. Al lado de la estación apenas hay vida aparente, y eso que hay un mercado al lado. La suciedad invade todo lo que vislumbramos ante nuestros ojos. Los hombres están tirados en plena calle. El tiempo que avanza enseguida retrocede el doble de lo que avanza.
De repente una pelea callejera y ante ella la ciudad cobra vida. Decenas y decenas de hombres se agolpan para verlo de primera mano. La pelea es enconada, a puño tendido. Dura algo menos de cinco minutos y acaba con dos policías llevándose a los enfrentamos. Han sido los dos únicos policías que he visto en todo el viaje. A mi lado, Isra y Ada ya han perdido toda la paciencia. Pagamos 25 Dirhams por el billete, nos han dicho que saldría en media hora, pero ha pasado ese tiempo y este autobús no tiene visos de salir. A mi ya casi nada me sorprende de lo que veo. Igual ya estoy curado de todo espanto. Se produce otra pelea dentro del autobús con nosotros ya dentro de él. Por momentos la situación se pone fea. No pierdo detalle de la discusión. Hay mucha tensión. Finalmente la sangre no llega al río. Seguimos en el autobús, esperando. Después de casi tres horas salimos hacia Marrakech.
Cuando llegamos a Marrakech ya eran las tres de la tarde. Salí de la guagua con un letargo atroz, mareado, hambriento, deshidratado, taciturno y con más dolores de los que podía percibir o contar. Nos fuimos al Hotel Alí. Cogimos una habitación y salimos a comer algo. Tras eso, nos fuimos al Soko, el mercado de Marrakech. Quería comprarme una camisa porque las dos que he llevado al viaje estaban avergonzantemente sucias. También quería intentar buscar un colgante con mi nombre en árabe. Lo primero lo conseguí, lo segundo no. El Soko es un lugar bonito, pero agobiante, ya que los vendedores nos acosaban para intentar vendernos cualquier cosa. Por la noche cenamos, jugamos a la cartas, dimos una vuelta por la plaza de Jemma El Fna y ahí acabó el día.

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