10 de diciembre de 2010

Geografía, riquezas y pobrezas


Quiero arrancar este texto con una frase del geógrafo anarquista Eliseé Réclus, quien dijo a finales del siglo XIX que “La Geografía es la Historia en el espacio, y la Historia es la Geografía en el tiempo”. Es difícil de explicar el planteamiento personal que aquí pretendo. No pocas veces sientes hastío al estudiar esta carrera. Querer a la Geografía es como tener la firme creencia de que esta misma tarde lloverá albóndigas del cielo. Creer en esta ciencia es abocarse a un precipicio. Quererla es saberse amador de un arte exiguo y romo. 

Conocer el espacio geográfico es algo gratificante para mí. Casi nadie sabe hoy día lo que es Geografía, y si pregunta, nadie lo reconocerá como ciencia. La Geografía es la ciencia del paisaje, del territorio y de las relaciones hombre-medio y sus recíprocas influencias. Sencillo, ¿no? Pues algo tan simple no ha logrado poner de acuerdo a los científicos en casi más de un siglo.

A finales del siglo XIX se institucionaliza esta ciencia. Esto significa que se lleva como materia a estudiar en la Universidad. La Geografía antes era maravillosa. Eran otros tiempos. Ser geógrafo en aquella época era equiparable a ser astronauta en los años 70 del siglo XX. Antes la exploración y descubrimiento de la tierra era fuente inagotable de conocimiento. En una sociedad tan agraria y empobrecida, ser geógrafo era casi ser de una élite social con poco paragón (Reales Sociedades Geográficas). Eso sí, aparejado con los tiempos, era una ciencia machista, por aquello del papel de la mujer en esta y otras ciencias en general y al servicio de un vil Imperialismo.

Generalizando mucho y sin entrar en demasiados detalles, hay dos geografías: Geografía Física y Geografía Humana. Dentro de cada una de estas opciones hay otras profundizaciones según lo que se desee estudiar. En Física, -lo que más me apasiona a mí-, están los diversos y múltiples estudios de Geomorfología (volcánica, litoral, climática, estructural o dinámica), Climatología, Biogeografía, Volcanología o Hidrogeografía. En Humana, hay estudios de Urbana, Población, Rural, Económica, Industrial o Social. Vamos, una amplia y vasta gama de estudios que van mucho más allá de lo que acabo de nombrar. Y sí, es tan apasionante como parece y suena.

Como decía, durante décadas enteras los eruditos geográficos se han dedicado a intentar resolver problemas metodológicos de la ciencia. Conceptos tales como el de la misma Geografía, pero también Región, Territorio, Ciudad, entre otros. Lo sangrante de esto es tanto la nula capacidad para llegar a entendimientos, como la alarmante para disociarse y poner en un auténtico brete a la ciencia por cuestiones metodológicas. La subjetividad era además relativa y así se erigía en imposible avanzar, pero oiga, se avanzó porque la ciencia estaba viva y se escapaba de las manos de quienes la quería simplificar o complicar según conveniencia. Ejemplo de lo que digo, son los muchos y muy variados manuales de Geografía Humana en los que se filosofa tanto que la información se trasvasa de día a día, de mes a mes, de año a año y en conjunto tenemos un buen montón de desperdicio divagante sobre el problema metodológico y las propuestas que a nadie le quepa duda, no logró arrojar demasiada luz conceptual. Pero como decía, al ser una ciencia viva, que también ha tenido a figuras de la Geografía, ha avanzado. Y en ese avance la ciencia ha tenido épocas de esplendor y de muchísima riqueza. Era dinámica en casi todas sus ramas y de hecho, nacieron nuevas corrientes y fuentes de estudio. En la segunda mitad del siglo XX la Geografía bien podría haber alcanzado un cénit –esto es una opinión muy personal- y ello se demostró en la amalgama de ideas provenientes de todas partes y la entrada en escena de geógrafos asiáticos y la neo pujanza de los norteamericanos, y claro está, la aportación de los europeos y, por que no, un poquitito de los españoles.

Con todo, lo que se ha heredado en la Universidad hoy día, después de tantas investigaciones, estudios y cosas fantásticas que uno de normal no llegaría a imaginar, son los viejos ¡¡y nuevos!! problemas metodológicos de nuestra ciencia. Algo que si bien es importante, no lo es tanto como para comenzar cada año un nuevo curso a vueltas con los problemas conceptuales de la ciencia. ¿Lógico? En absoluto. Hete aquí que es donde la ciencia geográfica se convierte en sangrante.

A la Geografía, una ciencia (en la edad moderna, desde el siglo XIX), comparada con otras que comenzaron mucho antes, que aún está en pañales o que habiendo comenzado hace poco, han volado con unas alas maravillosas. Para que a la Geografía le surgieran esas alas y ser tal vez una cría científica, le haría falta como mínimo un siglo más con trabajo incontable y vuelta al cénit temporal en el que las ramas, ideas, estudios y conceptos comenzaban a arrojar verdadera luz a la ciencia. Más, desde hace aproximadamente unos veinte años a la Geografía le ha salido una enfermedad de los tiempos modernos. Uno de sus primeros enemigos fue el mundo periodístico (auténtico cáncer hoy día), y paralelamente a éste, la sociedad, incapaz de entender el importante papel que juega la ciencia en algo como ir de casa al trabajo o elegir la ubicación de un inmueble. Las nuevas tecnologías es un gusano que se ha insertado en las venas de la ciencia y aún no se sabe si provocará su fallecimiento o será una dulce crisálida que le dará más vigor.

La Geografía es una ciencia problemática. Quién sabe, tal vez por ser tan compleja es por lo que la adoro tanto. Los geógrafos de finales del siglo XIX y principios del siglo XX se enemistaban literalmente ya no sólo por las tendencias de las corrientes geográficas, sino por algo como la publicación de un texto, como lo que ocurrió con Pierre George, quien se enemistó con su compañero de la corriente de Geografía Radical, Yves Lacoste después de que éste último publicara la obra “La Geografía: un arma para la guerra”.  Pero para enemistades todas las que hizo David Harvey, quien como si de una enfermedad se tratara, pasó por casi todos los estadios de la filosofía geográfica, pasó por la Geografía Cuantitativa, Geografía de la Percepción, Geografía Radical… Supongo que malo no habrá sido, se habrá nutrido de información suficiente como para cambiar de corriente como de calcetines.

De esto se concluye que según las tendencias socioeconómicas y culturales, por qué no, surgen problemas en la raíz filosófica de una ciencia que no hace más que mirarse el ombligo todo el tiempo, dando la espalda, en ocasiones, a su objeto de estudio más fundamental: el paisaje, el hombre y el medio. Ello ocasionó graves lagunas, carencias que arrastraron durante años como telón de fondo. Pero más allá de todo esto, lo que quedó claro es que la Geografía era distante y vaga para con sus verdaderos fines.

Yo supongo que cada geógrafo entonces marcaba tendencia para un uso personalizado de la ciencia geográfica. Lo que está claro es que en función de dónde soplara el viento de los pensamientos de la época, las corrientes eran profundizadas hasta la tergiversación, hasta el punto de que surgen ideas como la Geografía Cultural, tan absolutamente ambigua que nadie sabe si está dentro de la Geografía Radical o de la Geografía Humanista. Todo porque su principio metodológico es obtuso, casi cartesiano, con una base tan pobre como el querer bajar la escala de análisis al mínimo.

Si damos un salto en el tiempo llegamos a la actualidad. Nos ubicamos en la Geografía como estudio universitario, es decir, un lugar para adquirir unos cimientos básicos para  forjarse como futuro científico de la Geografía. Más, esta bonita idea es idílica y categóricamente falsa.  No se predica con el ejemplo en la Geografía Humana, en la Geografía Física se piensa que todo es sacar a los alumnos al campo y ya está, mientras más lejos y más duro sea el trabajo un día determinado, ya tienes suficiente. Volvemos pues, al problema conceptual, al que le podemos añadir además un problema gravísimo de metodología didáctica. Pero simplificar en los que dan la cara sería tonto.

La culpa también la tenemos los estudiantes, como el que escribe este crítico texto. Como muchos estudiantes en otras carreras, demasiados salen tan planos como al principio. Ello no supondría problema sino fuera porque en Geografía cada año, en Tenerife, acabarán tal vez cinco personas, mientras que en Económicas o ADE acaban cien personas. No es lo mismo un plano mental de Economía, que un plano mental de Geografía. Obviamente, es un fracaso. Lo es porque muchos alumnos de Geografía sin haber acabado ya están hastiados y azorados de tanta ambigüedad y confusión dentro de la misma ciencia. Es un fracaso porque sólo uno de cada muchos logra captar la verdadera esencia de esta ciencia sin llegar a anteponer intereses personales, ideológicos e incluso hasta políticos. Todos miran qué podrá hacer la Geografía por ellos, pero nadie piensa qué pueden hacer por la Geografía.

Por si fuera poco lo anterior, no parece demasiado halagüeño el presente y el futuro a corto-medio plazo. El nuevo plan de estudios generalizado para todo el sistema universitario, Bolonia, hará cambiar del todo a esta ciencia. Me gustaría ser imparcial, pero no quiero serlo, con franqueza. Es el ejemplo de que como tienes un problema en el tejado, decides cambiar los cimientos y luego descubres que la casa se te ha caído encima. Normal, era un problema de tejado, no de cimientos. Aún con todo admito cierta intransigencia a este respecto. Reconozco que soy cerrado y con todas las reservas del mundo. El cambio de Bolonia hará desaparecer un buen montón de asignaturas, acortará materias a la mitad o incluso menos, cambiará el sistema de enseñanza (que eso, ya tu ves, no me suena nada mal) y enfocará la carrera hacia otros derroteros bien diferentes, más general, menos particular. Es imposible que un niño crezca responsable si cada poco le haces cambiar su signo. Esta supondrá el tercer cambió profundo de la carrera en menos de veinte años.  Como si lo pasado antes hubiera sido un borrón, Bolonia se vende como la salvaguarda –que no lo dudo en otras carreras-, pero en Geografía es el parásito definitivo. Todo, tal y como lo conocemos cambiará. Es bueno si se erradicara sólo las miserias, pero cambiarlo todo por completo y en profundidad hará desaparecer por completo la idea básica de la ciencia. Ya le costó mucho a la Geografía romper su matrimonio con la Historia. Eso ocurrió, aquí en Tenerife hacia el año 1994. Se creó un plan de estudios durísimo de cuatro años, todas las asignaturas cuatrimestrales y trabajo a destajo como nunca. Sin embargo, siete años después cambió nuevamente el plan, algo más consecuente, aunque con una duración excesiva (cinco años). Le faltaba crecer y, evidentemente, remozarse ante sus claros déficits. Sin embargo, nuevamente nueve años más tarde llega el tercer cambio. Demasiados en poco tiempo, en sólo 16 años. Ahora se ha inventado la eutanasia académica para erradicar cualquier atisbo de los preceptos geográficos, con todos. La radicalidad no es buena, y es precisamente eso por lo que se ha abogado. No se han estudiado las deficiencias internas, sino las generalidades y se ha aplicado a todos por igual sin tener en cuenta lo que subyace en cada carrera. Es el fin de una muerte, por lo demás, más que anunciada.

La raíz metodológica y filosófica de la Geografía es de lo más atractiva. Es tan posible aplicarla a conceptos actuales, es tan posible hacerla atrayente a todos, como nadie puede imaginar incluso dentro de la carrera. Es éste el propósito último de este texto. No sólo se trata de intentar aclarar las miserias de esta ciencia, que alguno ya se estará preguntando que si tan mal está, por qué la quiero tanto. Eso no se sabe, se quiere o no se quiere, se siente o no se siente y por más que a veces reniegue debido al agotamiento mental y mi contumaz derrotismo, me encanta esta ciencia.

La Geografía arrancó en la época antes de Cristo, con Plinio el viejo y Ptolomeo. Es Geografía antigua, que no historia, ojo con eso. Pero de ello no hablaré. Comenzaré por la  conocida como “etapa moderna o clásica”. Esta época, con un inicio algo difuminado lo marcó el llamado Determinismo Geográfico. Hoy día está totalmente defenestrada la idea del Determinismo, que decía que el hombre está sometido a las leyes de la naturaleza. Es un enfoque totalmente ecológico (La ecología fundada por Häeckel).. Al menos todos los que conozco, no quieren ni oír hablar de los postulados del Determinismo que establecieron geógrafos como Friederich Ratzel o Karl Ritter, que se basaron en la experiencia e ideas aportadas por Alexander Von Humboldt e incluso Charles Darwin.

Mi opinión es que su pésima interpretación por parte del demente Adolf Hittler, unido a algunos conceptos un tanto misántropos, acabó con este enfoque. Pero hay cosas interesantes y muy ciertas, por más que alguien se empeñe en no reconocerlo. Ideas como la de Austin Miller, que en su manual de Climatología establecía que había una clara conexión entre el carácter y la vida de las personas en función del dominio climático donde se encuentren. Es decir, las costumbres diarias del ser humano son marcadas por el clima. Pese a las muchas negaciones, se sabe que en Camerún las personas quedan “para después de la lluvia” (es dominio Ecuatorial donde llueve todos los días casi a la misma hora), o que en los países nórdicos estén a merced de las condiciones extremas. Tampoco conviene olvidar el hecho de que la puntual torrencialidad de las lluvias, que provoca el caos, marca definitivamente el devenir de los acontecimientos diarios, y eso por no contar lo ocurrido en Chile este mismo año, o en Haití, fenómenos naturales que han condicionado definitivamente la vida en esos países. Más adelante hablaré del artículo de Biogeografía en el que hablo del Determinismo geográfico en la actualidad.


Frente a este enfoque surgió la Geografía Regional o Posibilista. Paul Vidal de la Blache, máximo exponente de este enfoque, se opone frontalmente a los postulados de Ratzel al afirmar que la Geografía obedece a la interacción del hombre y del medio, anulando la idea de que el hombre es sólo un pasajero dentro del medio. Habla del concepto de Posibilismo, en el que se establece que el hombre sacará provecho de la naturaleza en función de las posibilidades que ésta la ofrezca. Es la tendencia más políticamente correcta, la más cercana a la actual en cuanto a sus procedimientos conceptuales de Región, Paisaje y Medio. Lo interesante es comparar las diferencias entre este enfoque y el Determinismo, ya que para mí, ninguno de los dos son excluyentes, sino complementarios, no en cuanto a la idea básica, donde está claro que son diametralmente opuestas, sino en sus segundos conceptos.

Para mí estos son los dos enfoques más atractivos, pero le tengo un cariño muy especial al resto de corrientes geográficas por las ideas que aportan. Por ejemplo, en la Geografía Anarquista se habla de que ha de existir un respeto mutuo entre las generaciones para que exista armonía y equilibrio entre el hombre y el medio. Una idea tan fantástica sólo la pudo enunciar Piotr Kroptkin, que apuntaló Réclus. Kropotkin, señala algo increíble, que debe existir una cooperación entre todos los pueblos para promover la igualdad (y no sólo porque llegue una catástrofe natural en Haití). Lo que realiza este ruso que fue perseguido por sus ideas anarquistas no es más que una razonada crítica social, precoz, adelantada para su tiempo. No obstante, tiene algunas ideas que a mi me parecen más que cuestionables. Pero si hay algo que causa una sonrisa sarcástica es la de su idea de que exista una coordinación idealista que permita la armonía hombre-medio sin influencias de autoritarismo políticos u organizaciones territoriales centralistas. Aunque suena de lo más idílico, hoy día Kroptkin sería más un cachondo mental que otra cosa, un pensamiento muy propio de quien se proclamó anarquista. Pero oiga, a mí me parece respetable por haber soltado semejante perla en un tiempo en el que por mucho menos ya ibas al paredón.

Obviamente ideas y postulados dentro de la Geografía Humana hay cientos. A mí me quedan muchos, muchísimos libros y manuales que leer para empaparme de estas ideas y poder soltar alguna perla como la de Kropotkin, quien sabe, tal vez incluso alguna mejor. Uno de los que tengo pendientes, es “Mungo Park: Viaje por el interior de África”, que debe ser algo así como la versión literaria de “Las montañas de la Luna”, aunque en lugares diferentes del continente africano y con casi un siglo de diferencia.

De las corrientes del último siglo y que han aterrizado hasta la actualidad, me llama mucho la atención el enfoque Humanista. Aunque me parece en ocasiones algo ambiguo y tal vez demasiado abogado a la demagogia política, sus bases son entrañables. Este aporte a la ciencia geográfica habla de un mundo lleno de intenciones, de valores y significados (imagino que buenos). Lo ideal para mí llega al hablar del amor, claro, pero luego lo estropea un poco al hablar de la vinculación afectiva a un lugar (nacionalismos o topofilia). Más, habla por primera vez de los espacios del miedo, y como se trata del protagonismo de las sensaciones humanas arriba asuntos relacionados con el odio. Interesantísimo, ¿no?

Son formas de estudiar un paisaje, un territorio. Son formas de entender e interpretar el mundo desde un punto de vista que nadie conoce. Esto a fin de cuentas no deja de ser, en el fondo, Geografía.

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